17 nov 2012

Detrás de la cascada

El agua cae a chorros salpicando de suave espuma las rocas donde estoy asomada. Piso el borde cubierto de musgo, mis zapatos de ciudad resbalan, pierdo el equilibrio y caigo blandamente, como en cámara lenta.
Al caer atravieso la acuática cortina, cuando logro ponerme en pie, me enceguece el brillo, estoy en una cueva como la de Alì Babà rodeada de cofres de oro repletos de gemas de intensos colores y tapices de seda con paisajes exóticos que parecen tener vida. No lo parece, están vivos.  Me acerco al primero que reproduce un castillo como el que había conocido en un pueblito de Alemania del cual ya no me acuerdo el nombre. Me atrae, me absorbe  y de golpe estoy dentro del castillo vestida de princesa.
Y en ese instante es cuando me pregunto.
¿Qué carajo estoy haciendo vestida de princesa?
 Ese cuento lo conozco y ya no me interesa.
Si puedo elegir prefiero ser cortesana, con menos obligaciones y más placer.
O hermanastra fea que se queda soltera y ahora viaja por todo el mundo contando la historia de la afortunada Cenicienta, la feliz elegida del príncipe, quien se quedó criando hijos, mientras ella cobra los derechos de autor.
O la egoísta y malvada madrastra quien se ocupa de su belleza, de sí misma y no deposita todos sus intereses en el banco real.
Levanto mi copa de champagne y junto a la Reina de corazones, brindo, bailo  y celebro,  por todas las malvadas.
Para que nos libren del hechizo de las bellas y bondadosas heroínas de los cuentos de hadas. Ellas son las villanas, verdaderos genios del mal cubiertos con piel de cordero, quienes nos han conducido alegremente al matadero de nuestros deseos.
                                                                                              Laura Bogetto

3 nov 2012

Reserva ecológica

Reservar, guardar para mañana. Mamá siempre decía, guardo una reserva por si necesito más adelante.  Ahorrar, tener garantías. Todavía me acuerdo de la libreta que me regalaron con orgullo en la escuela con estampillas para ahorrar para el futuro. Cuando el tiempo pasaba  lentamente, cada día era eterno y llegar a mi cumpleaños o a la fiesta  de reyes era casi una utopía.
Pero ahora que la expectativa de vida es más larga, paradójicamente vamos detrás de lo inmediato.  Todo tiene que ser hoy, lo de ayer ya no sirve.
 Esta digresión se produjo  por el título, en realidad quiero escribir un relato sobre la reserva que toda mujer debe tener. A la que denomino ecológica porque ayudaría a mejorar la calidad de vida de nuestro mundo. Es sabido que a pesar de los numerosos movimientos de liberación femenina, de lo leído, escuchado y declarado, las mujeres seguimos pensando en el príncipe que nos va a complementar haciéndonos felices o por lo menos más de lo  que en realidad somos.  Este noble señor debe poseer ciertas características reales o imaginarias de salvador (¡Ay Freud!!!!) imposibles de  sostener durante mucho tiempo, por lo tanto tarde o temprano cae. Y ahí viene mi consejo, en estos tiempos de reciclado, no hay que desechar nada o lo menos posible. Exceptuando algunos especímenes descartables  o imposibles de reutilizar, mantengamos nuestra reserva ecológica. A que llamo “reserva ecológica”, a aquel novio que nos deslumbró con su carisma y seducción que se va y vuelve. Al cual hay que mantenerlo stand by, por las dudas, una nunca sabe cuando lo va a necesitar.
                                                                                                      Laura Bogetto