17 nov 2012

Detrás de la cascada

El agua cae a chorros salpicando de suave espuma las rocas donde estoy asomada. Piso el borde cubierto de musgo, mis zapatos de ciudad resbalan, pierdo el equilibrio y caigo blandamente, como en cámara lenta.
Al caer atravieso la acuática cortina, cuando logro ponerme en pie, me enceguece el brillo, estoy en una cueva como la de Alì Babà rodeada de cofres de oro repletos de gemas de intensos colores y tapices de seda con paisajes exóticos que parecen tener vida. No lo parece, están vivos.  Me acerco al primero que reproduce un castillo como el que había conocido en un pueblito de Alemania del cual ya no me acuerdo el nombre. Me atrae, me absorbe  y de golpe estoy dentro del castillo vestida de princesa.
Y en ese instante es cuando me pregunto.
¿Qué carajo estoy haciendo vestida de princesa?
 Ese cuento lo conozco y ya no me interesa.
Si puedo elegir prefiero ser cortesana, con menos obligaciones y más placer.
O hermanastra fea que se queda soltera y ahora viaja por todo el mundo contando la historia de la afortunada Cenicienta, la feliz elegida del príncipe, quien se quedó criando hijos, mientras ella cobra los derechos de autor.
O la egoísta y malvada madrastra quien se ocupa de su belleza, de sí misma y no deposita todos sus intereses en el banco real.
Levanto mi copa de champagne y junto a la Reina de corazones, brindo, bailo  y celebro,  por todas las malvadas.
Para que nos libren del hechizo de las bellas y bondadosas heroínas de los cuentos de hadas. Ellas son las villanas, verdaderos genios del mal cubiertos con piel de cordero, quienes nos han conducido alegremente al matadero de nuestros deseos.
                                                                                              Laura Bogetto

4 comentarios:

Marina dijo...

Buenísimo!!

Lily dijo...

Me gustó mucho!!

Lula dijo...

Piel de gallina!! Aguanten las malvadas!!

Andrea Breq dijo...

Me ha encantado!!! :D (Tengo clarísimo que me pedía para mí...)

besos