2 jul 2011

Reina de Corazones



            Clara al salir de la sala de Delfina se encontró nuevamente en el túnel frente a una puerta coronada con una leyenda que decía Reina de Corazones.
            Golpeó suavemente con el llamador de bronce con forma de mano, la puerta se abrió y apareció en el umbral una mujer hermosa, con ojos verdes de gata y cuerpo voluptuoso de pantera.
            ¿Quién eres? ¿Qué es lo que estas buscando a estas horas tan importante para interrumpirme sin solicitar previamente una audiencia? Tronó con un vozarrón de marinero que no concordaba con sus modales felinos.
            -Perdón Su Majestad, soy Clara y estoy buscando mi vocación.
            -Mi nombre es Lizbel, tengo nombre de Reina porque nací el mismo día que la soberana de un lejano país. Soy Reina de corazones porque deslumbro a todos los hombres con mi belleza aunque los mareo con mi inteligencia. Hija mía, la inteligencia es una cualidad que debe ser ocultada a los ojos de los varones. (Dijo con su ronca voz mientras se acicalaba frente al espejo)
            Clara parada a sus espaldas la observaba fascinada, sin saber que hacer, como una presa frente a la serpiente que la va a atacar, aterrada pero inmóvil.
            Cuando Lizbel terminó su tarea de embellecimiento se sentó frente a una antigua máquina de escribir que tenía en su escritorio y sin mirar a Clara ni una vez comenzó a teclear.
Luego de varios intentos, Clara logró sobreponerse al encanto que la mantenía petrificada y temerosa se acercó a mirar lo que Lizbel estaba escribiendo.
El sonido de las teclas al golpear el papel, el olor de la tinta, el movimiento de los dedos sobre el teclado, el ruido del carrete al moverse, la fue envolviendo y como en el cuento que había leído cuando era una niña, se sintió transportada en un tornado a su pasado.
Ahora era ella la que estaba escribiendo con la antigua máquina de escribir que le habían regalado cuando cumplió quince años. Se sentía feliz, entusiasmada, llena de energía.

De pronto la ensoñación terminó, Lizbel con su estridente voz, le decía:
            -Querida llévate la máquina de escribir, es tuya.
            -Pero…………….
            -¡Es una orden!!!! ¡Y ahora vete que estoy ocupada!!


Clara tomó la vieja maquina de escribir, se despidió de la Reina de corazones y salió de la estancia si hacer ruido.

                                                                                           Laura Bogetto

2 comentarios:

Claudia dijo...

Me encantó!!

Caro dijo...

Esta historia me está atrapando, espero ansiosamente la continuación. Te felicito!