23 ago 2011

El origen

     De vuelta al hogar

Con movimientos precisos y contando con la inestimable colaboración de Soledad en el papel de timonel, delicadamente como una libélula, Clara aterrizó.
Sus alas semejando un plumoso abanico blanco, se plegaron, tornándose imperceptibles.
Al apoyar sus pies en el suelo, fue siendo poseída progresivamente por una maternalmente protectora energía telúrica, que brotando de la madre tierra  iba trepando por sus piernas como una hiedra,  provocando en ella un cobijante sentimiento de vuelta al hogar.
Clara enraizada, alimentada, revitalizada por los saludables nutrientes ofrecidos por el rico humus vitaminizado, como los complementos dietarios antiage  enriquecidos con minerales mediaticamente publicitados. Fue acogida, bienvenida y recibida como si nunca hubiese partido.
El intenso recorrido realizado desde el naufragio hasta la fecha la devolvía al origen.
La niña que había sido gozaba de buena salud, se asomaba a través de sus curiosas pupilas, de su risa contagiosa  y de su impetuoso deseo lúdico.
Clara, como las playas de julio resurgiendo vírgenes de las muchedumbres de verano con sus inmaculadas arenas solo holladas por las respetuosas gaviotas, regresaba al inicio.
Pero a semejanza del río cuyas aguas nunca detienen su continuo devenir y a su paso fertilizan, generan vida y suavizan el clima. Ella durante su camino había pagado sus deudas, sus cuentas estaban saldadas, solo le restaba abandonarse al fluir de la suave brisa de la vida.
“Déjate llevar…” como le decía su hermano mayor cuando practicaban el vals para su cumple de quince y ella dura como un palo no lo lograba.
Clara con la imprescindible e insoslayable compañía de Soledad, había aprendido a no oponer resistencia a la corriente sino a dejarse llevar dócilmente fluyendo como el junco que se inclina pero nunca se rompe.                        
                                                                                  Laura Bogetto

1 comentario:

Pilar dijo...

Maravilloso!!