30 ago 2011

La vocación

Clara, con su espada mágica como herramienta, había derrotado al fantasma del rechazo.
Los burlones niños que la habían atormentado en la visión de su infancia habían trocado en libros mágicos. Sus libros, ahora, no eran un refugio como en el pasado, sino una placentera elección. Un portal que la transportaba a mundos infinitos.
Clara estaba acariciando delicadamente las teclas de la vieja máquina de escribir que le había regalado Lizbel,  cuando un don, como rayo luminoso la recorrió íntegra escapando por las puntas de sus dedos como haces de templada luz azul.
Comenzó a teclear, escribiendo con dolor imbricado de gozo. Como los sabores del helado favorito de su hermano, ácido limón con dulce, dulcísimo, dulce de leche.
Al fin Clara, había logrado responder la pregunta que insistentemente le había formulado Reina Madre, aún arrebatada por la sorpresa del secreto develado, supo con certeza cuál era su vocación.
                                                                                                 Laura Bogetto

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